San Pedro Martir y al fondo San Agustín
foto: Mariano Tenllado
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Antonio José Zango Osuna
el 24/06/2013 a las 7:47
Extraordinaria panorámica en profundidad de una de las calles de más prosapia de nuestra localidad, la calle San Pedro en 1910, que recoge en un plano visual cercano una iglesia -la de San Pedro Mártir- y se cierra coincidiendo en el punto de fuga y el centro visual con otra – San Agustín. La composición con esas líneas de fuerza en diagonal y convergentes que van dibujando los contornos de la calle y de sus elementos urbanísticos no sólo la dota de una gran profundidad sino también de una gran belleza. Además, el conjunto se enriquece con cierta variedad de texturas correspondientes a dichos elementos. Así, sobre la dominante de suave blancura de las casas tradicionalmente encaladas contrastan los grises oscuros de los edificios eclesiásticos, más artificiosos en su propio tejido de formas. Pero son las texturas que aporta el suelo de la calle lo que se impone visualmente, primeramente con ese recio empedrado de cantos y guijarros del firme para el tránsito, y por otro lado, las no menos recias y amplias losas de piedra de las aceras con sus veteadas tonalidades naturales , que eran tan características de Lucena.
Y finalmente, aunque sentimos el peso de las amplias connotaciones religiosas y de nobleza de este sector de la calle, acabamos poniendo nuestros asombrados ojos en las figuras humanas, populares, que pueblan esta calle con sus andares tranquilos, con esa despreocupada manera como lo hacen aquellos dos paisanos que se dirigen al centro de la ciudad y, sobre todo, esa joven que “baja” la calle, como aquéllos, por medio de la misma, cosa que de ninguna manera haríamos hoy día y que nos habla de un tiempo ido, de otra forma de vida.
Extraordinaria panorámica en profundidad de una de las calles de más prosapia de nuestra localidad, la calle San Pedro en 1910, que recoge en un plano visual cercano una iglesia -la de San Pedro Mártir- y se cierra coincidiendo en el punto de fuga y el centro visual con otra – San Agustín. La composición con esas líneas de fuerza en diagonal y convergentes que van dibujando los contornos de la calle y de sus elementos urbanísticos no sólo la dota de una gran profundidad sino también de una gran belleza. Además, el conjunto se enriquece con cierta variedad de texturas correspondientes a dichos elementos. Así, sobre la dominante de suave blancura de las casas tradicionalmente encaladas contrastan los grises oscuros de los edificios eclesiásticos, más artificiosos en su propio tejido de formas. Pero son las texturas que aporta el suelo de la calle lo que se impone visualmente, primeramente con ese recio empedrado de cantos y guijarros del firme para el tránsito, y por otro lado, las no menos recias y amplias losas de piedra de las aceras con sus veteadas tonalidades naturales , que eran tan características de Lucena.
Y finalmente, aunque sentimos el peso de las amplias connotaciones religiosas y de nobleza de este sector de la calle, acabamos poniendo nuestros asombrados ojos en las figuras humanas, populares, que pueblan esta calle con sus andares tranquilos, con esa despreocupada manera como lo hacen aquellos dos paisanos que se dirigen al centro de la ciudad y, sobre todo, esa joven que “baja” la calle, como aquéllos, por medio de la misma, cosa que de ninguna manera haríamos hoy día y que nos habla de un tiempo ido, de otra forma de vida.