Inauguración de La Rosaleda: 8 de julio de 1957
foto: colección Antonio José Zango Osuna
1 Comentario
Antonio José Zango Osuna
el 21/06/2013 a las 21:49
El quiosco del Coso con el nombre de “La Rosaleda”, ubicado en el mismo lugar que el que le sustituyera con el tiempo, se inauguró el 8 de julio de 1957. Por su volumen limitado, paredes claras y formas sencillas y armónicas se integraba perfectamente en el entorno. En esa época en la que la “terraza” de hostelería tal como la entendemos hoy no era aún frecuente, “La Rosaleda” vino a cubrir felizmente un hueco en el ocio y esparcimiento de los lucentinos, que, sobre todo, así también “veraneaban” a partir de la puesta de sol en los anocheceres de verano regalándose con las cervezas de siempre y con los por aquel entonces modernos refrescos americanos de todos conocidos y que ya definitivamente se popularizarían. En esta instantánea de no muy nítida imagen, algunos paisanos aprecian a unos grupos de damas de Sanidad y de soldados. Es posible que así sea, porque, al fin y al cabo, ya fuera en grupo, con amigos, con la novia o en familia, éste era uno de los más agradables lugares donde pasar un buen rato en los atardeceres y nocturnos de la Lucena de entonces.
El quiosco del Coso con el nombre de “La Rosaleda”, ubicado en el mismo lugar que el que le sustituyera con el tiempo, se inauguró el 8 de julio de 1957. Por su volumen limitado, paredes claras y formas sencillas y armónicas se integraba perfectamente en el entorno. En esa época en la que la “terraza” de hostelería tal como la entendemos hoy no era aún frecuente, “La Rosaleda” vino a cubrir felizmente un hueco en el ocio y esparcimiento de los lucentinos, que, sobre todo, así también “veraneaban” a partir de la puesta de sol en los anocheceres de verano regalándose con las cervezas de siempre y con los por aquel entonces modernos refrescos americanos de todos conocidos y que ya definitivamente se popularizarían. En esta instantánea de no muy nítida imagen, algunos paisanos aprecian a unos grupos de damas de Sanidad y de soldados. Es posible que así sea, porque, al fin y al cabo, ya fuera en grupo, con amigos, con la novia o en familia, éste era uno de los más agradables lugares donde pasar un buen rato en los atardeceres y nocturnos de la Lucena de entonces.